lunes, 27 de octubre de 2014

La nube gélida.

El día supo ser agobiante y luminoso por demás
en estas tierras del sur en la estación de temperaturas medias.

Bajo el sol del desierto de asfalto y concreto
mis pies dejaban huellas de humedad en cada paso que daba.
A este fenómeno se sumaba mi mal humor por la indiferencia no deseada.
Temores y dudas, cada vez mas fuertes, y el trabajo constante del cuerpo bajo el sol,
hacían yacer mi alma y salud.

Las horas del mediodía tedioso y sofocante sacaron radiografías en mis ojos y cuerpo,
y mi mente destruida por el calor de este averno.

No tuve opción alguna mas que tirarme en la cama a seguir dejando humedad en las sabanas
por mas que los ventiladores estuvieran girando a pleno....
solo movían aire caliente como una turbina de avión cuando despega.

Y de repente, se fue la luz del sol, y todo fue gris medio, y una nube gélida bajo del cielo, enfriando repentinamente todo a su paso.
Un viento torbellino moviendo todo lo que encontraba en su camino y las anunciadas tormentas a lo lejos.

La tormenta era inminente, solo era cuestión de minutos.
No esas tormentas que a uno le hacen bien, sino esas que uno entiende que por algo son, fuera de ser meramente un hecho de la naturaleza misma, sino también, un indicio de que las cosas en el ser no terminarían bien.

Y es hora ya de tener que enfrentar la tormenta natural en breve, la vida te pone en juego ciertas fichas que hay que jugar y resolver.
"Enfrentá el cansancio, el calor, el dolor del cuerpo y del alma, e incluso la tormenta que se avecina, por que ese es tu principio de fuerza y lucha"... fueron las palabras que una persona sabia me dijo.

Pues ahí voy, con mi convalecencia a enfrentar lo que queda del día de noche una vez mas.

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