miércoles, 22 de abril de 2015

Luces en agonía.

Se apaga la luz, de golpe, se enciende de la misma forma.

Y cuanto tiempo tarda en realidad para que a nosotros nos parezca que es solo de golpe.

Así como un presentimiento nos llega a su tiempo, ella... ha de tomarse su tiempo para iluminarnos.

Años en viaje y de velocidades inimaginables o posiblemente "vivibles".

Y, así, en ese proceso de viaje lumínico, uno también, transita otros viajes mas terrenales y algunos introspectivos.
Recorre bajo ella, calles y calles, caminos y mas caminos, sensaciones, imágenes, pueblos, bosques, gente, mucha gente, y un sin fin de lugares donde ella está, aunque por mínima sea su presencia, jugando a la escondida en cada lugar con su amiga la oscuridad.
Te hace sentir, a veces, dualidades y estados de animo que uno esquiva, pero que... cada tanto se recae en ellos, por que en realidad están tan presentes que ya los tomamos como algo inconsciente.

Y seguís caminando.... la avenida tiene en ese momento una lúgubre luz ámbar, triste, sin fuerza, dejando lugar a la imaginación un sin fin de pensamientos que en ese momento están para esconder otros pensamientos y algunos sentimientos.
Mientras caminas, vas observando entre tanto paisaje que nos rodea, el suelo y tu silueta que te acompaña por detrás y por delante de cada haz de luz que te envuelve, como si a cada paso estuvieras en un escenario constante de la vida.

Y así, sucesivamente y ad aeternum, a donde vayamos estará presente siempre, por mas que caigamos en la muerte, ella seguirá iluminando.

Entonces, miras la avenida, transitada por autos, y los rebotes de luz, y al fin.... se apaga todo.